LAS CIUDADES DEL FUTURO
¿Las ciudades del futuro ya existen? ¿Son lo mismo las ciudades inteligentes que las del futuro? ¿Cuánto falta para que todas lo sean? ¿Serán todos los habitantes parte de las mismas?
Lo cierto es que lo primero que se nos viene a la mente cuando hablamos de “ciudades del futuro” son más preguntas que certezas. Nos encontramos en un momento en donde para la ciencia ficción muchas cosas que implicaban dichas ciudades ya existen en algunos lugares del mundo, al mismo tiempo que las realidades que coexisten en otros tantos lugares son verdaderamente caóticas.
Durante la semana reivindicamos las ciudades y sus comunidades, por eso, al conmemorarse hoy el día Mundial de las Ciudades, no queríamos dejar de lado las del futuro. Son las que causan mucha incertidumbre, más todavía en tiempos de pandemia, pero también importan un dejo de esperanza en que las cosas pueden ser distintas y, sin dudas, mejores.
Por eso, cuando nos propusimos tratar las “ciudades del futuro” como tema de cierre quisimos contar avances que ya existen, pero también invitarlos a crear, a ser parte de las mismas, aunque sea desde el imaginario colectivo. Ser sur, subdesarrollados, parte de una sociedad en crisis, agravada por la pandemia imperante, por momentos agobia y nos impide creer que algo distinto puede existir.
Pero lo cierto es que las ciudades del futuro o ciudades inteligentes ya existen. Algunas lo son solo en parte y avanzan un poco cada día, como Barcelona, Viena, Zurich, Londres y Singapur; implementan rascacielos que absorben la energía solar, huertos urbanos en los edificios, regeneración de espacios verdes, sistemas de alumbrado y semáforos inteligentes (que se encienden solo si detectan peatones cerca), entre otras tantas cosas. Otras lo son en su totalidad, como Songdo (al sudoeste de Seúl) Masdar (Emiratos Árabes Unidos) y Cántabra de Santander, con wifi para todos y consumos eficientes de recursos.
Así, cuando se habla del futuro de las ciudades se observan metas como dejar de depender del petróleo, sistemas de ambientalización/adaptación a temperaturas (para toda la ciudad), pavimento inteligente, vehículos sin conductores; big data para resolver problemas de generación, consumo y distribución de recursos o directamente residuos cero, rascacielos inteligentes, reducción de contaminación sonora a la par de conexión absoluta (comunicación, infraestructura, etc.) edificios que generen cero emisiones, ciudades anfibias o flotantes, entre otras tantas cosas.
No podemos concebir que las ciudades sigan tal cual existen hoy, considerando que las mismas no son sostenibles, que conllevan contaminación, congestión, desigualdad, escasez de opciones de vivienda y trabajo, entre otros tantos males.
Por eso, las ciudades inteligentes del futuro prometen no sólo ser avances tecnológicos aplicados sino un medio para elevar la calidad de vida de los ciudadanos. Y todo ello, pensado en términos de sostenibilidad socio-ambiental, con retos mundiales como combatir el calentamiento global, frenar la contaminación, ahorrar energía, reducir el consumo, prevenir catástrofes naturales, etc.
En esta lógica, entendemos que las ciudades pueden ser fuente de soluciones a los problemas a que se enfrenta nuestro mundo en la actualidad, y no solo su causa. Este razonamiento, es también el impulsor y eje de muchos documentos internacionales que abordan la cuestión, como la Nueva Agenda Urbana (dictada en Quito en Octubre de 2016 en el marco de la Tercera Conferencia Mundial sobre Asentamientos Humanos de la ONU-HÁBITAT) o los Objetivos de Desarrollo Sostenible (dictados en el marco de la Agenda 2030 del año 2015) con especial atención al N° 11, que es el que se enfoca en las Ciudades y Comunidades Sostenibles.
Debemos plantearnos, un ideal común, partiendo de la pregunta ¿cómo queremos que sean los lugares que habitamos?. Más aún si pensamos, que en Argentina, el 92% de nosotros vivimos en Ciudades.
Debemos reconsiderar los sistemas urbanos, así como la forma física de los espacios que habitamos para lograr el objetivo final, que es mejorar la calidad de vida de todos los habitantes.
Yendo muchos más allá, La Nueva Agenda Urbana, indica que dicho documento “representa un ideal común para lograr un futuro mejor y más sostenible, en el que todas las personas gocen de igualdad de derechos y de acceso a los beneficios y oportunidades que las ciudades pueden ofrecer..”.
En dicho marco, el documento mencionado realiza propuestas mucho más concretas de cuestiones que no pueden eludirse si realmente buscamos un cambio.
En tal sentido, plantea la necesidad de que las ciudades y asentamientos humanos, cumplan una función ecológica de la tierra, que alienten la participación de las comunidades, que logren la igualdad de género y en especial el empoderamiento de las mujeres y las niñas, que promuevan una planificación basada en la edad y en el género; que se realicen inversiones para una movilidad urbana sostenible, segura y accesible, sistemas de transportes de pasajeros y de carga de uso eficiente de los recursos y que faciliten un vínculo efectivo entre las personas, los lugares y los bienes; que se pongan en práctica políticas de reducción y gestión de los riesgos de desastre, así como se aumentan la resiliencia y la capacidad de respuesta ante los peligros naturales y antropogénicos, y fomentan la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos; que se facilite el acceso a personas con discapacidad al entorno físico de las ciudades, en particular a los espacios públicos, el transporte público, la vivienda, la educación y los servicios de salud, la información pública y las comunicaciones (incluidas las tecnologías y sistemas de la información y las comunicaciones), y a otros servicios e instalaciones abiertos o de uso público, tanto en zonas urbanas como rurales; que se promueva la seguridad alimentaria y la nutrición; y se ponga fin a las epidemias; y un compromiso a crear espacios públicos seguros, inclusivos, accesibles, verdes, y de calidad, incluidas calles, aceras y carriles para ciclistas, plazas, paseos marítimos, jardines y parques, que sean zonas multifuncionales para la interacción social y la inclusión, la salud y el bienestar humanos, el intercambio económico y la expresión cultural; que se aproveche de forma sostenible el patrimonio natural y cultural, tanto tangible como intangible.
Y no quedan dudas de que esas son las ciudades en las que todos queremos habitar o, al menos, dejarles a las generaciones venideras. Por eso, para lograrlo, hay que reivindicar las ciudades que habitamos, destacar sus bondades, diagnosticar sus problemas, necesidades y recursos, conocer sus ritmos, la densidad, la cultura, la diversidad, empaparnos de ellas.
Hay que empezar a construir, pensar, exigir y para ello se necesita creatividad, innovación para dar solución a los problemas que ya existen, reivindicar y regenerar los espacios verdes, invertir en conocimiento, en empresas responsables, enfocadas en la sostenibilidad y comprometernos a ser parte del cambio.
Por último, no debe soslayarse la importancia que las comunidades deben tener en las ciudades del futuro, debiendo considerar que cuanto más se las incorpore en la planificación y toma de decisiones respecto a los cambio a adoptar,éstos resultarán más acordes a las necesidades de quienes habitan en ellas y por ende, más duraderos.
Las comunidades aportan un valor fundamental a las ciudades, tanto en sentido económico, social y ambiental, por lo que deben ser reconocidas y apoyadas, considerándolas como co-creadoras de las ciudades del futuro.